8 de febrero de 2017

CUIDADO CON LAS EMPRESAS ZOMBIS

Michael Roberts. Asturbulla

La economía convencional está muy desconcertada por el fracaso de las principales economías a la hora de restaurar la tasa de crecimiento anterior de la productividad del trabajo desde el final de la Gran Recesión



Otros argumentan que el crecimiento de la productividad puede ser menor, pero que eso no es más que el resultado de las secuelas de la Gran Recesión, que hace que las empresas no están dispuestos a invertir en bienes de capital y prefieren especular en los mercados financieros o simplemente acumular efectivo. Hay algo de verdad en este argumento, como explicaré a continuación. Después de todo, tras una gran crisis, las empresas capitalistas acumulan dinero en efectivo en lugar de desperdiciarlo en inversión y producción adicional que posiblemente no encuentre un comprador. Y un estudio de la OCDE encontró apoyo para lo que llamó el elemento “pro-cíclico” de la productividad global post crisis. “Las empresas pueden responder a las fluctuaciones a corto plazo de la demanda mediante la variación de las tasas con las que utilizan su capital y mano de obra existentes, por ejemplo manteniendo de la mano de obra en el momento de la crisis a la espera de la recuperación o reduciendo la utilización del capital existente sin invertirlo”.

Otros estiman que crecimiento de la productividad ya se había ralentizado antes de la Gran Recesión y no se recuperará, porque ahora estamos en una época de bajo crecimiento y todas las innovaciones de alta tecnología se han agotado y los robots y la IA tendrán poco impacto en la economía en general. Este punto de vista ha sido tenazmente defendido por el economista Robert J Gordon, y por analistas más radicales. Lo que sugiere que es posible que el capitalismo se este acercando a su fecha de caducidad. Una vez más, este argumento tiene cierto mérito, pero, como he explicado en artículos anteriores, todavía no identifica la causa de la desaceleración de la inversión y crecimiento de la productividad desde el final de la Gran Recesión.

Ahora, una nueva investigación aporta luz al debate. El Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y la OCDE han producido recientemente informes que insisten en una característica clave del 'rompecabezas de la productividad'. Parece que el crecimiento de la productividad no tartamudea en todas partes en las economías capitalistas. En las principales economías, las empresas denominadas "frontera" están aumentando su productividad tan rápido como antes de la crisis financiera. Las decepcionantes cifras de productividad de la economía en general han de atribuirse a las empresas que se han quedado "por detrás de la frontera".

La OCDE considera que la rapidez de la "difusión" de la innovación y la productividad de las empresas más avanzadas a las retrasadas se ha ralentizado. El BCE también llega a la misma conclusión en su estudio de la productividad de la zona euro (donde es peor para los servicios que para la fabricación) y lo mismo el Banco de Inglaterra para el Reino Unido y que su efecto es sustancial. Lo que es más significativo es que el nuevo estudio de la OCDE encontró que la causa fue el gran número de empresas 'zombi' (empresas cuyos ingresos regulares dan a lo sumo para cubrir el servicio de sus intereses (si llegan), empresas que, parafraseando al gobernador Carney del Banco de Inglaterra, "dependen de la bondad de sus acreedores".

Los investigadores de la OCDE creen que estos zombis constituyen una alarmante gran parte de la economía. En los nueve países europeos que estudiaron, la parte del stock del capital privado total 'hundido' en las empresas zombi va del 5 al 20 por ciento. La sugerencia es que este tipo de empresas acaparan el capital y ocupan el mercado haciéndolo más difícil para las empresas nuevas y más prometedoras, obstaculizando su expansión y la reasignación de la mano de obra y del capital hacia las empresas más productivas y de más rápido crecimiento. El documento concluye que "la prevalencia de, y los recursos hundido en, las empresas zombis han aumentado desde mediados de la década del 2000, lo cual es importante teniendo en cuenta que las recesiones suelen ofrecer oportunidades para la reestructuración y la reasignación para mejorar la productividad" y que "una mayor proporción de capital de la industria hundido en las empresas zombi tiende a obstaculizar el crecimiento medido en términos de inversión y empleo de las empresa no zombi". Después de todo, “un aumento del 3,5% en la proporción de empresas zombi es más o menos equivalente al observado entre 2005 y 2013, en promedio, en los nueve países de la OCDE de la muestra, lo que se asocia con una disminución del 1,2% en el nivel de la productividad del trabajo en todas las industrias".

Esto confirma lo que he sostenido en un reciente debate sobre el papel de la rentabilidad. Los enormes beneficios obtenidos desde el fin de la Gran Recesión se han limitado principalmente a las grandes empresas: "sólo unas pocas mega empresas acumulan la mayor parte del dinero en efectivo, mientras que miles de pequeñas y medianas empresas (PYME) tienen poco dinero en efectivo y mucha más deuda. De hecho, una minoría son realmente empresas 'zombi' con beneficios que solo les permiten hacer frente al servicio de su deuda".

Es fácil ver por qué hay tantos zombis. A pesar de la relativa recuperación de la rentabilidad de muchas economías en el boom alimentado por el crédito de 2002 a 2006, no fue el caso de muchas pequeñas y medianas empresas. Por el contrario, acumularon más deuda mediante créditos bancarios. La Gran Recesión provocó un colapso en los beneficios e incluso después de 2009, la rentabilidad de estas empresas mejoró poco, mientras que la deuda se mantuvo alta. Sin embargo, las empresas zombis han sobrevivido porque las tasas de interés eran muy bajas y los bancos no han ejecutado los impagos. Este escenario ha llegado al extremo en Italia, donde los créditos bancarios morosos han alcanzado el 20% del PIB.

Como el BCE explica en un informe: "Mientras que los bancos que se beneficiaron del anuncio aumentaron su oferta global de préstamos, este suministro se dirigió fundamentalmente hacia empresas de baja calidad pero con relaciones crediticias pre-existentes con esos bancos. Como resultado, no hubo un impacto positivo sobre la actividad económica real, como el empleo o la inversión. En su lugar, estas empresas utilizaron sobre todo los fondos recién adquiridos para acumular reservas en efectivo. Por último, documentamos que las empresas solventes en las industrias con una prevalencia de empresas zombis sufrieron significativamente por la mala asignación de crédito, lo que ralentiza la recuperación económica".

De acuerdo con la investigación del liberal Instituto Adam Smith, 108.000 de las denominadas empresas de zombis en el Reino Unido sólo son capaces de pagar el interés de su deuda, lo que impide su reestructuración. En otras palabras, ralentizan la "destrucción creativa" del capital mediante la liquidación de los débiles por los fuertes.

Esto confirma estudios anteriores, como el del Journal of Finance (2009), ¿Por qué las empresas tienen tanto dinero en efectivo, que encontró que para poder competir, las empresas cada vez tienen que invertir más en tecnología nueva y experimental en lugar de aumentar la inversión en equipos existentes. Eso es más arriesgado: "la mayor importancia de la I + D en relación con los gastos de capital también tiene un efecto permanente en el coeficiente de caja. Debido a la menor tangibilidad de los activos, las oportunidades de inversión en I + D son más costosas de financiar que el capital que se utiliza para gastos externos. En consecuencia, una mayor intensidad de I + D en relación con los gastos de capital exige a las empresas tener una mayor reserva de caja frente a futuros choques que afecten al flujo de caja generado internamente". Así, las empresas tienen que acumular reservas en efectivo como fondo de amortización para cubrir posibles pérdidas en investigación y desarrollo.

Del mismo modo, en un trabajo reciente, Ben Broadbent, del Banco de Inglaterra, ha señalado que las empresas británicas se encontraban en un periodo con grandes obstáculos para la rentabilidad que disuaden la inversión, ya que perciben que es demasiado arriesgada. "Incluso si la crisis se originó en el sistema bancario, ahora hay mayores riesgos para la inversión - un aumento de la probabilidad percibida de muy malos resultados económicos ... .En realidad, muchas de inversiones implican costes a fondo perdido. Grandes proyectos de IED, formación en las empresas, I + D, la adopción de nuevas tecnologías, incluso reorganizaciones administrativas sencillas: cosas que pueden mejorar la productividad, pero que suponen riesgos en sus retornos y que no se pueden revertir fácilmente". Por lo tanto la rentabilidad del capital tiene que ser lo suficientemente alta como para justificar la inversión más arriesgada en alta tecnología y poder asumir una carga de deuda mucho mayor (incluso si los costes de su servicio hoy por hoy son menores). Las empresas no van a pedir más dinero prestado para invertir incluso si los bancos están dispuestos a prestarlo.

La teoría de la crisis de Marx se basa en la idea de que después de una crisis el capital sólo empezará a invertir para aumentar la productividad de la mano de obra si la rentabilidad está aumentando, y a un nivel suficiente. De hecho, las depresiones en la producción deben servir de base para una recuperación de la rentabilidad y la reducción de la carga de la deuda (crédito) acumulada hasta la crisis. Pero en este momento hay miles de pymes muy endeudadas que apenas se mantienen a flote a pesar de las bajas tasas de interés. Tienen una rentabilidad demasiado baja y una deuda demasiado alta. Están obstruyendo el sistema.

La rentabilidad en las principales economías se ha recuperado desde el mínimo registrado en el punto más bajo de la Gran Recesión en 2009. Según la base de datos AMECO de la Comisión Europea, el rendimiento neto del capital es entre 8-30% desde el año 2009 en las principales economías. Pero la recuperación no ha implicado que la rentabilidad haya vuelto a su nivel máximo (2005-7) antes de la gran crisis, oscilando de 0 a cerca de 14%. Y en el Reino Unido y Estados Unidos la rentabilidad está ahora cayendo, de acuerdo con AMECO.



Al mismo tiempo, los niveles de deuda de las empresas siguen siendo altos y crecientes.



Los estrategas más radicales del capital reconocen la solución "adecuada". Al comienzo de la Gran Depresión de la década de 1930, el entonces secretario del Tesoro, Andrew Mellon, advirtió que el mantenimiento zombi del capital "muerto" era un “riesgo moral”. "Liquidar los trabajadores, liquidar las acciones, liquidar los agricultores, liquidar las propiedades inmobiliarias ... se purgará la podredumbre del sistema. La gente trabajará más, vivirá una vida más moral. Los valores serán ajustados, y las personas más emprendedoras sustituirán a las menos emprendedoras".

Para el capital, la "solución" de la “destrucción creativa” en una depresión o crisis sigue ahí. "El principio fundamental del capitalismo, que sostiene que las malas compañías tienen que dejar paso a otras nuevas y mejores, está volviendo a reaparecer" dice Alan Bloom, jefe global de "reestructuración" de la consultora Ernst & Young. Y añade: "muchas empresas europeas están en lento declive y tienen necesidad urgente de una nueva dirección, una estructura de capital revisada o, en el peor de los casos, que se le permita quebrar”.

Con niveles de deuda empresarial más altas que antes de la crisis global y una rentabilidad menor en la mayoría de las economías, las empresas 'zombis' van a tener que ser eliminadas en un nuevo apocalípsis antes de que se consiga mejoras de la rentabilidad y la productividad.


6 de febrero de 2017

BRASIL: POLÉMICO ACERCAMIENTO DE TEMER Y LULA

foto: Temer y Lula en el sepelio de la mujer 
del ex presidente (EFE/Beto Barata)

Resumen Latinoamericano

5 febrero 2017.-Hubo gestos de clara conciliación entre el presidente y sus dos antecesores , Lula y Fernando H. Cardoso.

Hay varias señales que sugieren un ambiente político menos tenso para el presidente Michel Temer. Las dos más importantes vinieron de dos ex presidentes: Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inázio Lula da Silva.
El primero reveló que la política económica “permite imaginar una salida del pozo” y que sería “malo y muy complicado” intentar sacar a Temer del poder. Lula tuvo un gesto de clara conciliación cuando el jefe del Planalto lo visitó el jueves en el hospital Sirio-Libanés, donde se encontraba internada la ex primera dama Marisa Letícia, fallecida el viernes.

Un asesor del presidente, que lo acompañó en ese contacto, creyó ver en el acercamiento de ambos políticos un indicio de que Lula ablandaba su postura. Tanto que en el diario Folha de Sao Paulo se afirmó que, al volver a Brasilia, Temer dijo a sus colaboradores que quiere hacer una conferencia con sus dos antecesores.

El tema a tratar sería la reforma política que muchos intentaron y nadie consiguió. Podría convidar, inclusive, a otros ex jefes de Estado como José Sarney y Fernando Collor. En declaraciones a la prensa brasileña, asesores de Temer dijeron que lo mejor sería apresurar esa cumbre.

Al despedirse del actual presidente, Lula le aseguró que estaba dispuesto a conversar cuando lo llame. Y Temer le replicó que habrá de buscarlo en el futuro inmediato.

En el entorno “temerista” no dudan que el líder petista puede tener un peso importante en el escenario nacional. “Lula es un actor político con el que hay que retomar el diálogo”, postuló el senador Romeró Jucá, del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB).

En el mismo sentido se expresó el ministro jefe de gabinete Eliseu Padilha, al señalar que “ese diálogo será ciertamente continuado”.

Del otro lado, se escucharon los mismos conceptos: “Ninguna divergencia o pelea política debe anular el diálogo”, sostuvo Lula. Una muestra de que pretende ir en esa dirección fue el largo abrazo en el que se fundió con Cardoso, y luego con el actual canciller José Serra, quien fuera candidato presidencial derrotado por él en octubre de 2002.

Es curioso, pero en el PT no saben aún qué ocurrirá con su histórico fundador. Unos suponen que podría verse muy afectado por la depresión posterior a la muerte de su compañera (luego de 43 años de casados). Otros, sin embargo, entienden que Lula podrá reaccionar con más y más política; y con viajes a lo largo y ancho de su país.

Esa es la variante más probable. Desde el punto de vista humano, era natural que Lula recibiera la solidaridad del mundo político. En el velorio de su mujer estuvieron el ex presidente del Senado, Renan Calheiros; el actual titular de ese cuerpo Eunício Oliveira; y los ministros Henrique Meirelles y Moreira Franco.

El senador Cassio Cunha Lima, del socialdemócrata PSDB, contó que Lula le había dado “mucha importancia” al hecho de que las relaciones personales no se han contaminado con las rivalidades políticas.

De acuerdo con la prensa, el dirigente del PT advirtió a sus compañeros que no quería convertir la muerte de Marisa en un “espectáculo político” y le pidió que no hicieran manifestaciones. Con todo, no pudo evitar que a la llegada de Temer, los militantes le gritaran “asesino” y “golpista”.

Tal vez allí resida una contradicción. Y tal vez ésta no sea más que aparente. Hay una necesidad de los miembros del gobierno, de sus aliados y del propio Lula, de terminar con la inestabilidad política que procede, entre otras cosas, del proceso de Lava Jato. Ocurre que, como señaló la columnista Eliane Cantanhede, “el Lava Jato está vivo..y hay delaciones de Odebrecht en el camino”.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
La mentira tiene las patas muy cortas. Aquella campaña mediática y política de progres, socialdemócratas e izquierdistas de salón acusando de “golpe de Estado” a lo que no era otra cosa que un impeachment, mecanismo de destitución de un presidente que contemplan muchas constituciones de las democracias burguesas, se ha quedado con el culo al aire.

Tras la pataleta de los sectores del PT y aliados brasileños, latinoamericanos y progres de otras latitudes, vamos viendo cómo en realidad el otrora socio de Dilma, Temer, no representaba intereses económicos muy distintos a los del partido fundado por Luiz Inázio Lula da Silva (Lula).

La corrupción, previa a los gobiernos del PTB, propia de estos y, por supuesto de los gobiernos brasileños del capital que vendrán no eran, son, ni serán anomalías que dañan a la democracia brasileña. Bajo el capitalismo, la democracia no es sino un sarcástico simulacro. Eran en realidad un modo de asegurar la connivencia de los gobiernos con los poderes económicos, repartiendo una parte de la tarta, o piñata, como quiera llamarse.

La corrupción del lulismo de Dilma es la corrupción de su ex socio Temer y de todo el sistema político, partidario e institucional del orden burgués brasileño.

En ningún momento el lulismo significó un peligro para el gran capital brasileño ni latinoamericano sino una renovación de las élites políticas, con el fin de reforzar la legitimación del capital, abordar la modernización económica de una parte de las infraestructuras capitalistas brasileñas y ampliar el mercado hacia unas ficticias clases medias; estrategia esta última que se vino abajo con la caída del precio del petróleo. Políticamente aquello se vendió como “empoderamiento” de las clases populares, “palabro” que es parte del neolenguaje de la tecnopolítica progre, dentro de unas categorías de pensamiento diseñadas por los think tanks liberales anglosajones. En ningún momento las clases populares brasileñas tuvieron más poder, porque ese está siempre en el lado de quien detenta las palancas económicas y productivas de un país, el capital. Solo obtuvieron durante un breve tiempo el sueño de una democracia de consumo porque participaban de las migajas de productos y servicios que el capital brasileño necesitaba para reproducirse. El sueño acabó.

Han sido 14 años de gobierno del PT, uno de los más largos en la democracia brasileña. Finalizó cuando la crisis azotaba fuertemente a la economía brasileña y determinados sectores,fundamentalmente de las llamadas “clases medias”, ampliadas por el lulismo salieron a la calle contra la presidenta Dilma Rousseff y su gobierno. Cuando el capitalismo ve descontento en la calle, suele cambiar de Consejo de Administración, ya que no otra cosa son los gobiernos existentes bajo su orden/desorden económico. El objetivo de estos cambios de caras no es otro que el de limitar los daños y los efectos de la protesta a la representación política logrando, de ese modo, que no suba la marea.

Ahora toca ir encauzando el tono de la lucha entre los contendientes políticos, normalizando las “discrepancias” e institucionalizando la labor de oposición política, sobre todo en un tiempo de gran debilidad y confusión en la burocracia y entre las bases del PT Brasileño. Eso es todo amigos. No hay que buscarle otra explicación a toda la farsa montada durante el proceso que llevó hasta el desalojo del PT del gobierno ni a la búsqueda de relación “civilizada” entre el actual gobierno y su principal partido de oposición. Es parte de la vieja mascarada de la democracia burguesa.